Hoy quiero mostrarte una pieza en tu armadura que pocos usamos. Timoteo fue un ministro joven que acompañaba a Pablo en su segundo viaje. Pablo fue su mentor, por lo que le dio la comisión de ser el pastor en Éfeso. Muchos ancianos no estaban de acuerdo en que un joven los pastoreara. La presión de estos hizo que Timoteo se sintiera intimidado.
La palabra “temor” no se refiere al miedo, sino a la timidez. Pablo le recordó a Timoteo que hay dos armas espirituales que son de ayuda: primero, aviva el fuego del don que está en ti[1]; segundo, es necesario que milites la buena milicia[2]. La instrucción de Pablo es hacer guerra con las palabras proféticas, pero las promesas se activan únicamente con la acción[3].
Las personas ungidas son para liberar, sanar, prosperar y multiplicarse, pero nadie es ungido para agradar a toda la gente. Hay una unción que no puede hacer que encajes para alguien más porque cuando buscamos encajar en otros moldes nos alejamos de la gracia de Dios. Él nos da amigos que nos impulsen a estar en esa misión. No te preocupes por las críticas sobre ti. Mientras la bendición esté en tu vida lo que la gente hable no importa. Ser malentendido siempre forma parte de la asignación cristiana, tal como lo fue para Noe, Moisés o Jesús. Nadie es completamente libre hasta que es libre de las opiniones de los demás.
Hay cinco armas que te ayudan a entender cómo obrar una promesa. Primero, toda promesa debe ser clamada, orada y militada. Preguntémonos: ¿Y mi lugar de encuentro con Dios?, porque nuestra posición en la iglesia no se relaciona con el grado de devoción. Antes de hablar con versículos ocupémonos en tener un corazón lleno de Dios. Segundo, la promesa debe ser cantada y utilizada como alabanza[4]. Cantemos la promesa con el entendimiento y con el espíritu[5]. Reemplacemos la crítica, la queja y la condenación para que nuestra boca sea un manantial de alabanza. Regocijémonos en todo momento y alcemos la voz de júbilo porque el Señor es nuestro pastor[6]. La oración es el plan de batalla, pero la alabanza es el grito de guerra. Seamos persistentes.
Ahora bien, la tercera arma consiste en ayunar la promesa porque la cuarta es obedecerla. Mi padre espiritual me dijo: “Un gramo de obediencia vale más que una tonelada de oración”. Obedece porque la adoración sin obediencia es emoción. Por último, conquista: crea planes y estrategias para cumplir la promesa. Entendamos que las conquistas se logran con base en un plan y un equipo.
La fe tiene pies, pero creamos en Dios antes de practicar las cinco herramientas para conquistar una promesa. Seguramente tenemos promesas que Él nos ha dicho, por lo que hoy recoge esa armadura, ora, canta, ayuna, obedece y conquista. En 2022 Dios nos hizo fuertes, pero este año nos dará conquistas.
[1] 2 Timoteo 1:6: Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
[2] 1 Timoteo 1:18: Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia.
[3] Daniel 9:1-2: En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.
[4] Efesios 5:15-18: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones.
[5] 1 Corintios 14:15: ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.
[6] Isaías 54:1: Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.